lunes

entonces la manzana cromática protoplasmática tiene esa canción. esa canción que dice con un atino embelesante si me sorprende el mal tiempo serían tus ojos mi instinto. mi capacidá limitada se aglutina precisamente en algo que más que manualidá termina siendo algo así como obsceno, pero no termina de ser. me remite, pues, a una imagen inconclusa que comencé ya tiempo atrás { algo así como el tiempo que llevo sin ir a mi legítimo hogar, algo así como el tiempo que llevo sin lavar los calzones que ando }. dos cuadros diminutos, rayones. un hombro y unas manos y unos ojos. y un tercer o cuarto cuadro que nada que se viene, en ningún sentido si me comprenden. me bailan, y bonito, una serie de desenlaces o mejor aún de enlaces a estos dos cuadros. despertarse, o no necesariamente despertarse, digamos hallarse cerquita de un cuerpo caliente y un hombro que sobresale con cierto dejo de insinuación no puede más que encontrar encuentros. ahora tendría yo que decidirme por nomás un tipo de encuentro, porque hay muchos y además cada uno con sus variantes, si me siguen. sonidos, como varientes, por ejemplo. susurros ensueñados por un lado, o susurros más táctiles precisos e igualmente balbuceantes y ensueñados. hay una gama de sonidos. palabras o no. difíciles de transcribir y fáciles de censurar. mucha entropía, muchas variantes, mucha entropía. el uso de la síntesis. un potencial encuentro. hay pues, un hombro, una mano { visible }, unos ojos. un tercer, cuarto, quinto, sexto, sexo cuadro potencial. amén.