jueves

un.17.de.mayo

Son esas cosas no raras, sino bizarras que dan los domingos. Eso de estar presente en los momentos inusuales. Que los caminos comenzaran a serpentear y que yo misma me serpenteara tal vez fue obra de la casualidá. Cinco minutos antes no me hubiera topado con aquellas mujeres. Tal vez diez minutos más tarde y solo Xangó sabe como me hubiera devuelto de aquel trance. Pero de Orosi a Zapote hay casi mil pesos en buses. Yo andaba cuatrocientos.diez pesos. Diez minutos más tarde y hubiera tenido que mendigar un rato en el centro de Cartago.

Fui de Orosi a Zapote con una impunidad que me envidiarían los diputados. Cansada y hambrienta saludé al perrote negro, que me bufó algo que apenas entendí. Le dediqué palabras de odio a ese coronel gallina y decidí quedarme acá y no caminar a San José, como siempre hago. Dándole vueltas a la parada como si fuera un tiovivo esperé al bus al borde del desmayo…que por fin se pinta entre la niebla de mis ojos. Lleno, lleno un domingo a las ocho. Pero yo sonrío y me escabullo y encuentro campo junto a una señora. Señora simpática que anda sonriendo, rara me pareció…simpática sin embargo.

La...la…la…la música me mantiene consciente. La rotonda, el mall, la vieja horrible pintada que siempre odiaré. Luego se detiene el bus. La…la…la…la música no me deja escuchar, y no me importa escuchar. Los metiches se asoman, una pelea extraña. Luego el ritmo que impregna la melodía de cinco disparos.

La…la…la…la música se detiene un momento. Momento que aprovecha la gente para hacerse tirada al piso del bus, momento que aprovecha una mujer para gritar, momento que aprovecha la señora de a la par mía para gemir y momento que aprovecho para mirar…

La gente está loca. El tipo huye en su taxi con todo y sus disparos y su magulladura en su carro…nosotros nos quedamos en el bus mirándonos extrañados. Sentados en nuestros asientos sin entender. La…la…la…gente está loca.

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