viernes

caminando caminé

Es que solo andaba. Eso de dejarse arrastrar por las aceras. Luego un bus, luego otro y otro. ¿Cuántos buses había tomado ya? ¿Cuánta gente había visto apenitas de reojo?...siempre sin encontrar nada más que gotas, que mi propio sudor chupándome la frente.
Entonces ya para el quinto bus no sabía ni me importaba a donde iba a parar. Solo iba e iba. Es que solo eso...El bus amarillo. Pero que asientos tan cómodos, que aspecto simpático tenía aquel rebotar en unísono con toda aquella gente de sombrilla cerrada. Luego el Juan Ca, su mostachito sonriente, sus ojos juguetones brincando entre mano y mano que lo saludaba siempre con una alegría envidiable (o por lo menos envidiable por mí, ahí junto a la salida de emergencia, sudorosa y ajena)...
Que hombre simpático este Juan Ca, que al verme perdida solo pudo decirme, con una sinceridad que me dejó arrollada ahí en la acera: Ay mamita, espero que encuentre lo que busca...

No hay comentarios: