viernes

Y el final

Esta tipa de acá (Isabel, Isabela, Isabelaiah, Isa, Isis, Isadora, Bel, Chave, Lazo, Carolina, Fernanda, Inés, oiga usté!) se deprimió. ¿Y cómo no? Eso de estar metida en la casa viendo noticias, sintiendo impotencias, lamentando injusticias (puta injusticas injusticias lo que se llama injusticias), viendo pelis mexicanas todas las noches, despertando con Edgars Silvas, rematando con Infinito, contando Matrioshkas, leyendo vidas, dando pasos contenidos, ensusiando platos, acariciando-alejando-insultando-encariñandose-oCservando a la conejica, tomando tés, almacenando basura, escupiendo dibujos, untándose pintura, escuchando de escudos antimisiles y ataques a Hawaii, llenándose de música y etcétera-etcétera...ella se dijo bueno ya está!
Sí...ya está! Fue suficiente. 

Ya había explotado todos los placeres hogareños, así como todas sus angustias. Ya había probado las delicias de la vida de ama de casa, del escritor abnegado, del dibujante solitario, ya se había calzado con éxito los zapatos del fotofóbico. Decidió disfrutar el resto del viernes, miró el fin de semana y arrancó los retoños que habían florecido para su fin de semana. No. Se dijo. Ya era el final de esa corta era de su vida, la disfrutaría sin pensar en nada, solo entregándose al aguacero que explotaba fuera de su puerta y pensaría, mientras se enrollaba en una cobija, puaj...tengo frío y estoy acá caliente, que dicha...y le dio fin. Entonces Chau.

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