miércoles

y.no.piensen.que.es.majadería.porque.la.es

Y sí...el enojado bla bla blá de siempre 
(ni tan de siempre, ni tan enojado, ni tan bla bla blá). 

Solo me senté a vinear los trabajos ajenos. Miraba como sin diafragma lo que se hacía ahí.  Con suspiro constaté que mi diafragma seguía bien puesto en su lugar, que mis pulmones no se habían deslizado y aplastado mi hígado y demás cavidad pélvica.
Y con dizque buena salú me dije: que-dicha! (mija...de la que se salvó) Más que en Zappa pensaba en McLaren. En sus trabajos...diablos...¿cómo así? Su poder musical, de síntesis, de color...su concepción de espacio, de movimiento... Svankmajer acababa de abrir sus ojos al mundo cuando ya McLaren dibujaba sobre negativos (y no es que sea culpa de Jan nacer tan después de Norman, así son los úteros...impredecibles). 

Charles Émile Reynaud, el pobre hombre que le cayó el destino de ser el primer artista de animación del mundo. Creó técnicas que hoy son utilizadas y padeció la invención del cinematógrafo...puaj...con resumirles el tipo murió pobre y loco (tristemente en su locura tiró todos sus trabajos al Sena y así se perdieron muchos).
De Raynaud nos quedó la maldición. Como el artista genial e ignovador es opacado por imágenes gastadas y de calidá cuestionable (no es que odie el cine...pero da un tremendo pesar al imaginar el trabajo minusioso de Reynaud malgastado por dos tipos que solo pusieron su cámara fuera de una fábrica, o filmaban sin ton ni son un tren pasar). A veces ver una mano moviéndose de un lado al otro con impecable realismo distrae, el meneo de la mano no deja ver lo inútil del esfuerzo.
Así la animación va en un calvario tremendo. Es sobrepoblada por nuevos artistas, muchos de ellos simples secuaces de gigantes compañías como Pixar, o fieles creyentes de que la animación es y debería ser solo para niños (y aquí no solo ofenden a la animación ofenden a la infancia del mundo, los niños piensan por dios!). De ahí nace el molesto vicio de animar más de lo que se cuenta. A esta nueva generación no se le enseña a pensar, sencillamente se le enseña a animar. Eso es un gravísimo error...
A quienes vemos padecer a la animación un ir y venir superfluo encontramos algo de consuelo en un número clandestino de artistas, cuyas obras relegadas no compiten con orejas de ratón o con los personajes de diseño malgastado de animación 3D. Uno de ellos, y en quien pienso con regularidá es Norman McLaren.
Un tipejo escocés que, al rato y por inquieto, se inventó gran parte de las técnicas modernas de animación experimental. En una época sin After Effects o Flash un tipo creó complejas animaciones usando sencillos elementos. Desde tiritas de papel, rayas sobre el celuloide o incluso bailarines. No solo eso, el hombre creaba sus propias bandas sonoras raspando el mismo celuloide sin necesidá del sonido óptico.
Solo hay que ponerse a ver los primeros minutos de Canon para darse cuenta de como trabajaba este tipo. Más que animador era casi un coreógrafo, un compositor...sabía bien en donde poner cada nota para que no le estorbara a la otra. Mae! Era un genio...
Representa a un artista completo el Norman. Aún más preocupado por el proceso que por el resultado de sus animaciones. Con decirles que cuando Vecinos, una de las obras más importantes de pixilación, ganó un Oscar el tipo ni siquiera estaba enterado de que significaba ese honor...vivía en su guarida de animador creando y creando, según parece.
No tengo idea de que me propongo escribiendo tanta sandés sobre un tipo que ni conozco (y tristemente no conoceré)...
Solo pienso en la animación, en la tibia esperanza que le tengo. En la nebulosa de pensamientos artísticos que me brotan de vez en vez. E intento concluir que solo a través del diseño se puede llegar a una animación pura, a una verdadera búsqueda de un medio artístico sin la comodidá de lo sintético. 

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