martes

Es la hora que es y escucho a Edgar Silva...

como si de verdá le pusiera atención, no lo escucho, suena, como si fuera incontrolable, como si no pudiera solo callarlo cambiando de canal, o mandarlo de un solo al olvido desconectando el tele, tapándolo con una cobija, alejándome...pero no puedo, porque me desperté a las seis y media, y trágicamente no siento la mañana si no he visto buen día...no por su vacía promesa de hacerme pasarla bomba, ni por sus consejos, ni por sus charlas casi siempre inútiles, sino por la falta de ventanas, por el cielo amordazado, por el aire contenido; trágicamente me despierto temprano y descubro que amanece, pero no acá, por eso viene Edgar Silva, él finge que amaneció, finge que puede hacer que me amanezca algo en mí...pero ni lo conozco, ni me interesa, ni nada (y la nada pesa, puta), y entre el roer de la conejica, la voz de Thom Yorke y el sonido del teclao pienso: ¿eso me pasa a mí, o a uno de los míos?-como acotó el kiko robles...

2 comentarios:

mont dijo...

y al carajo kiko dobles,
solo con edgar (tan enterado en pequeñeces) se puede sentir la mañana en la sala...

ademas si no es por el jamas me hubiera dado cuenta de lo importante que es tomar leche dos pinos y maria jose castillo!

schindleria praematurus dijo...

ahora la releo y me parece tan bien como escribe!... hasta me dan ganas de que hagamos alguna acción, empapelar algo, rayar algo o siguiendo las reglas más puras: exponer algo un día en algun lugar y cagarnos en la mierda que nos rodea de la manera más absurda y más coherente