martes

Mariposa Teknicolor

¨Espero que disfrutes tu infancia y siempre estés alegre...¨
Despedida de una carta de un niño coronadeño a otro

Mariposa Teknicolor, perfectamente pudo haber sido Al lado del camino, perfectamente pudo haber sido Red Rain o Sulsburry Hill, o la costrosa Quien fuera que nunca pude rasparme del todo. Ahora, mientros escucho Solsburry Hill recuerdo como sonaba, durísimo y divertida en la sala. Recuerdo los sillones enroscados, una boa que Montse y yo teníamos la valentía de recorrer de esófago a ano. A mis papás cantándola a todo volúmen, con una alegría casi narcótica, tal vez provocada por el detegente y el cloro o la cera u otras sustancias mágicas que nunca consumieron en nuestras narices (o sí?). Recuerdo el sonido imperturbable de la máquina de coser de mi abuelita y su eco costurero bordándome las manos. Recuerdo esa euforia de infancia, esa euforia musical, de gritar las letras hasta dejar sordo a dios, de bailar hasta reventar la cerámica y así no limpiarla, de un paso de danza que intercalaba los brazos de mi papá y los de mi mamá, que no la intimidaban los colochos de Montse ni mi mechudez natural, una canción a la que no le importaba nada ni nadie, una canción que solo sonaba y sonaba haciéndonos reventar de alegría. Mariposa Teknicolor, Un rosarino en Budapest, Solsburry Hill, Rio, tantas otras...sonando hasta el presente, sacándome de la nada a otra nada más aguantable, tal vez, más bailable.

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